viernes, 16 de octubre de 2015

Robots y programación en el aula

En la unidad 2 del #moocbot, se nos planteó realizar un debate, en torno a las razones por las qué implementar la robótica educativa y cómo sacarle rendimiento educativo.
Las aportaciones de cada uno/a han sido variadas, se han complementado y sobre todo han sido muy interesantes.

Yo soy pedagoga y actualmente me he movido más por la educación no formal que por la formal, aunque apenas tengo experiencia práctica y desde mi perspectiva externa, puedo estar más de acuerdo con algunas que con otras, según lo que puedo percibir, así que allá vamos. ;)

La robótica desde hace tiempo está en el día a día de nuestra sociedad, y pasito a pasito se ha convertido en una actividad extraescolar casi indiscutible. Uso esa palabra, porque desde hace años he observado como se ha ido convirtiendo en una oferta masiva que cada vez con mayor frecuencia vemos en más y más centros.
Sin embargo, parece que ese enfoque de la robótica a nivel no formal, está evolucionando, y se está implementando dentro de los planes curriculares de diferentes países (un ejemplo claro es Reino Unido).

Se ha visto esa necesidad, de que imaginar, diseñar y construir en grupo un robot, fomenta un sin fin de conocimientos y habilidades (analíticas, organizativas, creativas, toma de decisiones, resolución de problemas, metacognitivas, sociales, etc) en nuestro alumnado, como la práctica del pensamiento computacional.
Este pensamiento por supuesto que hay que desarrollarlo, ya que no solo nos ayuda a resolver problemas desde distintas vías, pensando distintas soluciones, te hace crecer, potencia tu capacidad de poder ser capaz de desarrollar algo por ti mismo.
Gracias a lenguajes de programación visuales como Scratch, y su compatibilidad con kits de robótica o placas con microcontroladores, los niños (y cualquier persona) son capaces de comunicarse y hablar ese lenguaje, van pasando de ser meros consumidores de tecnología a ser constructores de la misma, con sus propios proyectos, los cuales pueden servir de referencia y utilidad para otras personas.

Pero no olvidemos que al igual que cuando creamos un juego o usamos un libro, la robótica debe ser una herramienta, hay que evitar su uso más tecnológico y centrarse en lo pedagógico, por lo que no debe superponerse a lo que nos planteemos trabajar, al fin en sí mismo.

Respecto a sí es viable o no implantarlo a nivel multidisciplinar, a mí aun me cuesta algo verlo, (es lo que tiene estar fuera en vez de dentro), pero creo que es posible, quizás más aprovechable en algunas materias que en otras y algunos de mis compañeros han puesto buenos ejemplos.
También podemos preguntarnos si es conveniente o no en todas las asignaturas, ya que hay muchas otras cosas que también enriquecen los ambientes de aprendizaje, y habrá que buscar la mejor manera de complementarlo, de que ambos encajen y no estén fuera de lugar.

Introducir la robótica educativa dentro del curriculum, actualmente puede llevar su tiempo, no hay que precipitarse, ya que conlleva una formación específica, ganas por intentarlo si la tienes, recursos y apoyo por parte de la comunidad educativa, pero tampoco hay que dejarla de lado.
Definitivamente debemos tenerla muy en cuenta: ¿Quién iba a imaginar años atrás que podrías trabajar algo tan complejo como la educación emocional de los niños con un robot?
Si es posible identificar y expresar sentimientos y emociones sin miedo de esa forma, bienvenida sea para por fin comenzar a aprender a aprender en nuestra vida.

domingo, 11 de octubre de 2015

Las emociones detrás de rumblebot

La semana pasada @londones, una gran persona (a quien todos/as tenemos cariño y admiramos) que derrocha alegría, emoción y nos contagia por todos los lados todo su entusiasmo y espíritu ubuntu, me escribió los siguientes tweets:
Al leerlo, pensé que era una idea estupenda, y que casi me había leído el pensamiento, porque es imposible no sentir emociones al crear algo, y tu mente las va recordando a medida que avanzas.

Mientras pensaba en qué robot crear, me sentía muy ilusionada, pero a la vez indecisa. 
No era capaz de decidir de tantas ideas juntas que tenía, con cual quedarme, así que finalmente las fui reduciendo, según las posibilidades y dificultades que veía. Pero tenía ganas de aventurarme, de superar mi miedo a que no me saliera bien. Y por eso decidí hacer un probot, porque sabía que dentro de mí podía hacerlo, aunque tuviera vértigo, por lo que me esperara en ese momento y más adelante.

Cuando decidí qué hacer, según pros, contras (que veía a corto y largo plazo) y lo que tenía a mi alcance, di un paso más allá, pensé en un nombre para el robot y en cómo me gustaría que fuera.
En todo momento quería que fuera especial, una especie de robot multiusos que sirviera para más de un fin (mínimo dos). Un robot, capaz de ver lo que tiene a su alrededor y de ayudar a mejorarlo.
De momento esa es la idea (aun por clarificar alguna de sus posibles funcionalidades, ya daré pistas), así que más adelante veremos si eso lo consigo.

Siguiendo con lo que viví en el proceso, después de pensar en como debería ser rumblebot, llegó el momento de su gestación. Aquí entró de nuevo en juego la palabra miedo, a la hora de soldar, por razones tan obviad como hacerlo mal, cargarme algo o por la posibilidad de quemarme.
Así pues, con paciencia y con ayuda de mi hermano, lo conseguí y sentí alegría.  
Luego ante la posibilidad planteada de quizás tener que desoldar los cables y volver a soldarlos, (después del esfuerzo invertido), ese sentimiento se desvaneció y dio pasó a cierta resignación y un pequeño enfado.
Pero seguí sin parar, porque era parte del proceso. Pensar eso me reconfortaba y animaba, y aunque me recorrían por el cuerpo unos inquietos nervios por pensar en el producto final (algo inevitable), cuando lo terminé y por fin probé, sentí de alguna manera como me brillaban los ojos al mirar con asombro lo que había logrado.
Finalmente no se movía como yo quería, pero no me importa, ni me preocupa demasiado, porque yo sabía y aun sé que puedo siempre mejorarlo.
Desde entonces me siento satisfecha, porque lo disfruté, sigo disfrutando y sobre todo descubro nuevos micromundos de los que aprendo mucho.
Creo que esos obstáculos nos preparan para mejorar y no hay mejores experiencias en las que nos resbalamos y seguimos a pesar de todo.